lunes, 5 de septiembre de 2011

Mi mujer ideal

Ayer en el castillo estaba,
vestido de soldado,
sujetando con mi mano
mi espada.

Mientras vigilaba la entrada,
Vi a una mujer,
de dulces gestos y piel,
que de entre tantos y tantos soldados,
a mí, y solo a mí
miraba.

El nuestro fue un amor
sin ni siquiera palabras,
la conocí, la amé,
con gestos y miradas.

Y le correspondí.
Le hice el amor, la tomé.

Por ello aguardo ahora en pie,
mientras me ponen la soga,
por haber deshonrado
a una mujer infiel.

Pero allí estabas tu, mujer,
viendo como me ahorcaban
y llorando, desgraciada,
por un amor que jamás
tú volverás a ver.

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